martes, 5 de agosto de 2008

El síndrome de la mujer despachadora

Cómo enfrentan los hombres hoy el hecho de que su mujer, adorada y venerada hembra- elegida para ser su fiel compañera, madre devota y sumisa protectora del hogar cual Hera, diosa de la mitología griega( diosa del matrimonio), de pronto se convierta en otra cosa al despertarse en ella el “síndrome de la mujer despachadora”.
Eso, qué es, se preguntarán: Es lo que pasa hoy . Dos terceras partes de los divorcios son iniciados por mujeres. No es que las cosas hayan cambiado al punto tal de estar ante un menor compromiso de nuestra parte, por el contrario, una mujer que termina tirando la toalla seguramente intentó salvar su matrimonio con todos los medios habidos y por haber.
¿Cuál es entonces el patrón común para que se de este fenómeno?
Esta partida que parece abrupta y repentina tiene su origen en los primeros momentos del matrimonio . En esa instancia, la mujer tiende a ser la “cuidadora emocional” de la relación. Se encarga de demostrar que la pareja es su prioridad e insiste en tener “calidad de tiempo” juntos, conversación y actividades compartidas. Hasta allí, la lectura de la relación es perfecta en la medida que se siente valorada, atendida y sobre todo escuchada. Lo que más afecta a una mujer es que no la quieran oir y que no la valoren. Después, todo reclamo tiene que ver con sentir que le han dejado de prestar atención. Cualquier cosa es válida para que la dulce mujercita encuentre motivo suficiente para empezar a reclamar y mendigar diálogo. Una cosa es una mujer exigente, que mantiene el deseo de conquista por siempre en su pareja y otra fatalmente opuesta es una mujer demandante, quejosa, reclamadora, llorona o iracunda, que más que generar la respuesta en el otro, provoca en el demandado las ganas de que lo dejen un poco en paz.
Suficiente: es el huevo o la gallina, no importa…Menos ganas de escucharla y atenderla tendrá él, y sigilosa y atormentada por “el vacío” y la soledad, ella comenzará a planear su estrategia de salida. Puede durar meses o décadas, pero nada detiene la puesta en marcha de este plan, que por lo menos le da un motivo vital a la existencia de la relación, aunque esto signifique terminar con ella.
Y empieza el show, se vive imaginando el día en que los chicos sean más grandes para “que no sufran tanto”, o se está a la espera de “el alma gemela “ que la rescate como el príncipe de los cuentos de hadas( se vivirá el matrimonio como si una fuera una bella durmiente hasta que un príncipe venga al rescate), o se planifica la independencia financiera(seguro esta es la mejor opción).Todo con un mismo fin.
Estas estrategias de salida, pueden llevar muchos años para ser ejecutadas, y en vez de arreglar su relación, el foco está puesto en fortificar los propios recursos.
Estar ocupadas hace que la demanda sea menor, y mientras una teje en silencio su salida, él piensa que las cosas han mejorado, para encontrarse un día directamente ejectado a la cucha del perro y por sorpresa. Todo parece calmo y sin novedades, y de repente viene el tsunami.
Es el día D, cuando la mujer decide simplemente “legalizar la soledad” que ella misma provocó a lo largo del tiempo. Es un shock, y sacudido , él no le perdonará no haberle avisado de la infelicidad que sentía. Es la protesta clásica…Y vuelve el diálogo y el reconocimiento de la importancia que tienen para él su mujer y sus hijos. Nada más real y genuino que el sentimiento de desesperación de un hombre luchando por salvar lo que para él es su mundo ideal.
Y los que creen que nadie puede cambiar al otro, deben reconocer como con el golpe, ellos se convierten en los maridos que estas mujeres deseaban tener. Sin embargo, es tarde y nada puede detener la marcha del síndrome de la mujer despachadora
Ni los más expertos terapeutas familiares pueden lograr algún cambio en la decisión de quienes se acostumbraron a aguantar la respiración abajo del agua de la soledad en pareja…Estas mujeres se acostumbraron al dolor de sentirse solas, y no viven como pérdida la separación.
Seguramente estos hombres se vuelven unos excelentes segundos maridos, es la mejor escuela de vida a la que pueden asistir. Es fácil enamorarse, y muy difícil mantener el amor a lo largo de los años.
Muchas clientas que tienen este síndrome, suelen querer asesorarse pasado cierto tiempo para revisar acuerdos alimentarios desastrosos o llegan queriendo renunciar a todo para lograr un divorcio rápido.
Se piensa que la mujer que promueve la separación tiene menos derechos, como si tuviera un antecedente cultural marcado en la que mereciera ser castigada por rebelarse….
Recién cuando entienden que no deben sentir culpa sino que fue un acto lógico renunciar a cosas como parte de su estrategia de salida, pueden volver a intentar ser reconocidas en su verdadero derecho, y también a demostrar que ellas mismas pueden convertirse en mejores segundas esposas algún día.
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1 comentario:

Marcelo dijo...

Que interesante, parece que me estan contando mi vida.
Saludos
MDQ